domingo, 13 de julio de 2008

Se alquila Palacio de Gobierno

Quizás sea la primera vez que los peruanos alquilaremos la más alta sede de la Nación, respetando las cláusulas de un contrato debidamente redactado y firmado. Seamos realistas, exijamos lo imposible. Lo que nunca tuvimos salvo raras excepciones. Es decir un verdadero estadista como inquilino de Palacio de Gobierno. Un carismático en el buen sentido de la palabra, es decir que el poder viene hacia él. La voluntad popular expresada por el sufragio universal no hace que coronar el esfuerzo de un hombre honesto, capaz y responsable que sepa levantar un viento de esperanza y de confianza en un futuro mejor, para el bien de todos los peruanos.Hay que romper esquemas, acabar con los mitos, fantasmas y fatalismos. Elijamos a un hombre con sangre e ideas nuevas. El caciquismo, el caudillismo, el providencialismo pertenece al pasado. Son modelos obsoletos.Hay situaciones que permiten medir la profundidad del análisis y la capacidad de reacción de un responsable político. Cuando el peligro amenaza, allí se ve la templanza y el valor del líder. La acuidad en la observación depende de la rapidez de comprensión y de la fineza del raciocinio. Si a ello se agrega el olfato desarrollado; entonces, estamos en presencia de un político sutil y avizado. Si su inteligencia se iguala a la sinceridad de su modestia; entonces, su pueblo sabrá reconocerlo como el autentico jefe natural que se encargara de conducir su destino. Mejor aún cuando proviene de sus propias filas.En ese caso preciso sería la excepción que confirma la regla. Claro, en el Perú casi todos los políticos son avezados porque ni siquiera disponen del nivel indispensable para procesar ideas innovadoras inherentes a todo proyecto de futuro visionario. Se la pegan de "criollazos" y de "vivos" rindiendo culto y pleitesía al que miente, roba y asesina porque simboliza al hombre "exitoso" de los tiempos modernos. En realidad, no son más que vulgares malandrines y mercachifles de la política de cuello blanco.Lo raro es caro. La prueba esta escrita en las paginas de nuestra historia republicana. En pocas veces se ha visto a un hombre dirigiendo a la Nación por el simple hecho de servirla. Claro, el sentido profundo de la entrega abnegada es lo que caracteriza al verdadero político de los politiqueros. Se entra en política como entrar en religión, es decir, para hacer apostolado político. Solo para servir y no para servirse. Lo que implica, a priori, pasar jornadas enteras dedicadas al trabajo. Desde que amanece hasta que anochece hay que pensar y actuar en político afín de lograr resultados concretos en la promoción de valores y en la elevación del nivel de la vida de la gente. Esto resulta casi imposible para el común de los mortales porque en la sociedad en que vivimos, desde el más pequeño funcionario hasta el propio Jefe de Estado buscan sacar provecho del poder para usufructuar, para enriquecerse ilícitamente; entonces, el fenómeno de la corrupción gangrena y paraliza al país.El problema de fondo es que el político también es una materia biodegradable. Por ello, mismo lo más precioso es factible de error; por lo tanto, perfectible. La tentación del deseo es el peor enemigo del hombre de bien. Sé es poca cosa ante el derroche de dinero, honor, gloria y poder. Los placeres casi siempre terminan por despertar los sentidos y estos, a su turno, amordazan a la razón, la cual tiene sus razones que ella misma ignora.Cuando la gestión se convierte en una sucesión de errores debido a la conducta, a la apreciación ó a la toma de medidas inadecuadas; entonces, se produce un proceso de deterioración rápida de la imagen. La desconfianza se instala, el descrédito se amplía, la desaprobación se acentúa. Se asiste a la aparición de los primeros indicios de distanciamiento, de separación, de resquebrajamiento y, por último, de ruptura entre gobernantes y gobernados. Por lo tanto es de vital importancia que dentro del entorno del Ejecutivo alguien tiene que ocuparse del tema de la evaluación de daños de la gestión en curso. Al mismo título que una Escuela Nacional de Administración, un Consejo Nacional de Ética y Moral, un Consejo Nacional de Planeamiento y Desarrollo Estratégico, una Escuela de Altos Estudios Políticos, una Corte de Cuentas de la Nación, etc; también se debe institucionalizar el asunto de la Evaluación de Daños de la Gestión Pública.La integridad del hombre de principios inspira confianza. Se le acuerda una ascendencia tácita sobre los hombres y sobre los hechos. El destino ó la suerte le otorgan un concurso favorablemente caprichoso, el cuál, a veces le hace cometer la imprudencia de un cierto optimismo entusiasta.A pesar de ello, su invulnerabilidad radica en su modestia. Tiene un respeto y un amor profundo por su pueblo y su país. Entretiene con él relaciones espirituales y casi carnales. Conoce más que nadie el estado clínico de su salud. Representa mejor que nadie el estado de ánimo de ser peruano por haberse involucrado con la dimensión universal del ser peruano. Por haber vivido en carne propia, sabe que su gente padece de la pobreza engendrada por la desocupación, por la falta de educación, de auxilios médicos, de servicios básicos y obras de infraestructura de grande envergadura. Por ello, es que lucha obstinadamente porque cree en la justeza de su razón y en los derechos fundamentales de la vida. No solo de pan vive el hombre, también hay que darle instrucción pública y libertad. La creación de puestos de trabajo productivos es el mejor caballo de batalla para combatir estos males.Las cualidades intelectuales y morales dan al hombre forjado de un poder natural, la certitud y la fuerza en lo que cree que es justo. Además, le da la ventaja de anticipar con una serenidad y una sangre fría ante los acontecimientos que aparecen en forma intempestiva poniendo en peligro a su persona, el partido y el proyecto del futuro.Todo aquel que gira en torno de su ámbito se siente contagiado por esa fuerza moral que los conduce a actuar con optimismo en el triunfo de la causa. Si por desgracia, en el rebaño se esconde una oveja descarriada, en el caso que se llegue a conocer sus malas mañas ó si es sorprendida in fraganti, es mejor retirarla inmediatamente del grupo afín de conservar intactas las chances de cohesión y coherencia entre el discurso proferido y la acción diaria. En cuestión de moral, el delito debe ser sancionado ipso facto. Es hasta contraproducente parlamentar y tergiversar para saber si se tiene razón ó no de punir con ejemplaridad. La vivacidad y la dureza de la pena son los mejores garantes para contar con el apoyo incondicional de la ciudadanía y de la opinión pública.Cuando los adversarios pasan su tiempo a tender trampas, se debe estar preparados para eludirlos manteniéndose firmemente en las pautas pre-establecidas en una conducta moral sencillamente honesta.La prudencia, la modestia y la confianza son las armas del hombre justo y sabio.
Merope
Paris 15.02.2001

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